viernes, 18 de julio de 2008

La historia de Chonino, el perro héroe que tiene una calle con su nombre

La noche del 2 de junio de 1983, cuando dos policías que recorrían Villa Devoto quisieron identificar a unos sospechosos en Avenida General Paz y Lastra.
Los delincuentes abrieron fuego y ambos agentes resultaron heridos. Junto a ellos estaba Chonino, un ovejero alemán nacido en 1975 el perrito tenia la matricula Nº 176 y había sido adiestrado en la Federal.
El perro salió inmediatamente en defensa de los efectivos. Se lanzó sobre uno de los atacantes y llegó a arrancarle el bolsillo de la campera. Chonino murió baleado por los ladrones. Uno de los policías, meses más tarde. Sin embargo, el sacrificio del animal no fue estéril: los delincuentes fueron apresados poco después ya que en ese pedazo de tela quedaron atrapados los documentos de uno de ellos.

Como acto de gratitud, la por entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires promulgó en 1989 una ordenanza en la que le puso su nombre a la calle de acceso a la División Perros de la Federal, en los bosques de Palermo.

No fue el único homenaje: la Federal emplazó una estatua de bronce en su honor. Y quienes aman a los animales -alentados por Cora Cané desde su sección Clarín Porteño- eligieron el 2 de junio para celebrar el Día Nacional del Perro

miércoles, 16 de julio de 2008

TORO

Sal al ruedo
toro, la gente espera ansiosa,
es tiempo de morir así,
como si fuera un juego.

Sal y muestra tu bravura
para que el manto de la sangre
abra sus alas polvorientas
y te envuelva en su capote turbio.

No pienses en la hierba,
estás parado en un abismo
y aunque no puedas comprender,
al cabo tú eres el barquero
que brinda diversión con su dolor.

Demuestra tu coraje al carnicero,
no eres tan distinto de los niños
que empujan, inconscientes,
el viento con el alma.

No hay maldad en ti, toro. Vete en paz,
acaso así llegaste,
es preferible morir a estar en una jaula
esperando a tu verdugo.

Tus ojos dicen lo que no puede tu boca.
Tienes razón, los hombres no tenemos ánima,
vete en paz
toro,
despierta entre los ángeles
a campo abierto y en el regazo de un árbol
dormirá la raíz de tu materia. Allí,
donde por fin el aire no es fatiga vana
y acuna a los que luchan hasta el fin.

En tu mirada que nunca se vuelve,
no cabe la faz de los vencidos.

Lidia B. Biery